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Maria Fernanda, una vida de color en Europa

Maria Fernanda, una vida de color en Europa

Abril 6 de 2021

“Un día me puse un vestido verde que amo, “verde, muy verde” que usaba en Cartagena y salí a caminar por las calles de Colonia en Alemania; fue una experiencia muy fuerte porque todo el mundo me miraba como un fenómeno extraño, a mí nunca me habían mirado de esa manera, ni se habían reído de mí de esa manera.  Y entonces tuve que ir elaborando esas cosas, para ir entendiendo esa cultura y ver cómo yo me iba a agarrar a esa cultura, porque yo no me iba a rendir” (María Fernanda)

Con esta historia de choque cultural comienza María Fernanda a contarme su vida como emigrante en Europa. Se remonta 20 años atrás cuando viviendo en Cartagena conoció a este hombre alemán que buscaba excusas para propiciar encuentros donde ella estuviera. Un ingeniero de una prestigiosa compañía europea que se encontraba visitando Cartagena, entabla con Maria Fernanda una relación que continua en la distancia por algún tiempo.

Llego el momento de visitarlo en Alemania y con ello la posibilidad de radicarse en Europa con su nuevo amor. Una propuesta de matrimonio sella esa intención de dejar su amado Colombia, con la posibilidad de iniciar una historia de amor en el exterior, pero sobre todo, una vida de retos, descubrimiento, así como de crecimiento personal y profesional. 

Dentro de nuestra conversación Maria Fernanda me habló sobre su opinión respecto a los hombres latinos como novios y esposos, comparativamente con los europeos; si bien, precisa que no se puede generalizar, mencionó una tendencia cultural en nuestros hombres a querer controlar, a depender de la mujer para vivir en la cotidianeidad o a reafirmar su hombría en la infidelidad.  Ella estaba en la búsqueda de alguien con quien pudiera ser como ella es, que no la limitara en sus emprendimientos y con quien pudiera tener su propio espacio de realización  personal.

Este aspecto me llamo poderosamente la atención, por el matiz cultural que involucraba su comentario. Y es cuando le pregunté un poco sobre el comportamiento cultural de los alemanes. Precisando que no se puede generalizar, ella me habló de su esposo; un hombre totalmente independiente, quien se molesta si le tienen su comida lista o le organizan su ropa, porque él puede hacerlo y no entiende el propósito que lo haga otra persona por él.   Un hombre que apoya, sin criticar cualquier iniciativa o proyecto que ella tenga; un hombre muy inteligente, íntegro y respetuoso que invita a establecer una relación basada en la colaboración.

Estas diferencias en el estilo de vida de los alemanes fueron las que marcaron principalmente el inicio de la vida de Maria Fernanda en Europa. Como bien lo mencionó en algún momento de la entrevista: “Hubo un momento de  mi vida en Alemania donde yo no sabía si comportarme como ellos eran o si tenía que ser yo”, me dijo en tono reflexivo.  

Sin embargo, esto fue el impulso para iniciar su proceso de inserción en Alemania. Lo primero, fue estudiar el idioma, porque a través del idioma conoces y entiendes la cultural de un país. Ella invirtió dos años continuos estudiando alemán, un promedio de 13 horas diarias; mañana, tarde y noche, ella estudiaba. Lo segundo, fue estudiar una extensión de su carrera de psicología; estudió danza-terapia primero, y años después, terapia del arte. Con cada técnica terapéutica intento abrir un camino de práctica profesional. Fue con la terapia del arte que fundó un Atelier para ayudar a niños y parejas a trabajar sus emociones. Y 4º y 5to volver estudiar.

El estudio le ha permitido a Maria Fernanda crecer como persona y profesional, pero también ha sido la base para conocer, entender y ser parte de la cultura. Estudiar le permitió explorar opciones de vida en el exterior, así como descubrir alternativas para ser parte activa de la comunidad.  El Atelier fue muy exitoso y reconocido en Colonia; encontró que su experiencia terapéutica ayudaba a niños alemanes con dificultades de expresión de sus emociones y a adultos que viven en relaciones multiculturales (pareja de hispano unido con un alemán); con su terapia ayudó a cientos de parejas a aceptarse como son y encontrar su identidad en un ambiente multicultural, pero en una sociedad neutral.  

Hace 4 años su esposo fue trasladado a Suiza; con ello se veía en la obligación de cerrar el Atelier. Cuando finalmente había encontrado su espacio e identidad en Alemania, la vida comenzó a desbaratarle  su realidad. Casi sin entenderlo, su esposo era trasladado, tuvo una serie de cambios radicales en su vida y el Atelier había que cerrarlo. De la nada, María Fernanda se encontraba de nuevo, en un camino de incertidumbre, dejando atrás los logros alcanzados. Como si la vida le estuviera diciendo, es hora de moverse, así lo hizo, llego a Suiza a iniciar un nuevo proceso de reinserción; podemos adivinar qué hizo? Por supuesto, estudiar! Ahora decidió estudiar pintura, como bien ella lo plantea, “el arte es sanador” y con ello ha incursionado en exposiciones de arte y tiene su galería de arte online (Www.mariafernandaschulz.com)

En esta nueva etapa de sanación y de emigrante en Suiza, dice que la vida le ha enseñado que la humildad, la fe y la gratitud son la base de un recorrido en paz y en armonía consigo mismo y con la tierra donde te corresponde vivir.

Que entrevista maravillosa nos ofrece María Fernanda y que profundas enseñanzas de vida hay en sus palabras. Podemos resumir su mensaje en 7 pilares fundamentales sinónimos de determinación y perseverancia:

  1. Autobservación, entendimiento y capacidad para reírse de uno mismo. La historia del vestido verde de María Fernanda nos ofrece una profunda enseñanza. Ser visto diferente o incluso una burla, no es necesariamente discriminación; es que realmente eres diferente a su cultura y hay que aprender a reírnos de nosotros mismos en tierras extranjeras, para comprender el otro lado de la mirada.

  2. Estudiar, estudiar y volver a estudiar. El estudio es el camino de exploración, superación, fusión con la cultura y éxito.  

  3. Buscar tu identidad en la multiculturalidad. No se trata que comportarse como alemán si vives en Alemania o ser como los americanos si vives en Estados Unidos. Hay que ser y comportarte como Colombiano en este caso, o Latinoamericano en general, con respeto y mente abierta hacía la cultura que estas conociendo.  

  4. Ser uno mismo, en medio de las diferencias. No hay que dejar de ser quien tu eres para ser parte de la cultura. Se trata de identificar que puedes ofrecer de lo que tú eres a la cultura que te han dado permiso para ser parte de ella.   

  5. Reconoce lo positivo y no critiques la cultura en la que vives

Cuando le pregunté a Maria Fernanda, cómo son los alemanes, me dijo son como dos columnas firmes; organizados, estructurados y estrictos; poco amigables. Sin embargo, cuando le pregunté, que admiraba de ellos, con gran facilidad respondió: son íntegros, solidarios, respetuosos, con una alta consciencia y respeto por las instituciones gubernamentales y especializados en su oficio. Unas características dignas de admirar y que inspiran a cualquiera a expresar lo mejor de sí mismo. La única manera de aceptar y entender otra cultura es no criticando o comparando, solo aceptando y viendo el lado positivo de la misma.

  1. Crisis es realmente una oportunidad; una oportunidad de escuchar la vida y volver a comenzar

La vida de emigrante está llena de nuevos comienzos. Cuando parece que todo se derrumba es cuando más oportunidad hay de recurrir al espíritu de emigrante y revestirse de nuevas ideas, nuevos emprendimientos; como nos comparte María Fernanda, es el momento de volver a estudiar.

  1. Fe y agradecimiento

En una parte de la entrevista María Fernanda me dijo “No soy una mujer religiosa, pero soy una mujer de profunda fe”. El creer ciegamente que vas a estar bien, que podrás superar lo que sea, te permite fluir en medio de las adversidades. De igual manera, agradecer por cada experiencia, cada oportunidad y aprendizaje de tu vida en el exterior, es un sentimiento que te llena de alegría y afianza vínculos con las personas que te rodean.  

Gracias a María Fernanda, buscadora de felicidad, pintando de color en el exterior!

 

 

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Soy María.

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